Ciertas cosas cotidianas la entristecían.
El polvo acumulado en las esquinas de su habitación, un plato con sobras del desayuno, las flores que se marchitaron en el jarrón de su mesita de noche. O esa hora de la tarde en la que mueren los colores.
Ciertas cosas cotidianas la entristecían.
El polvo acumulado en las esquinas de su habitación, un plato con sobras del desayuno, las flores que se marchitaron en el jarrón de su mesita de noche. O esa hora de la tarde en la que mueren los colores.
Al amanecer renacen los colores marchitos con lazos de nubes al atardecer de otoño. Busco el vaivén de las ramas de los árboles. Se viste de rosa para pintar las nubes grises, me escondo en la sombra.