No puedo ni quiero
evitar ser una romántica. Pero quizás me haya equivocado de época. En los
tiempos que corren, es más fácil fingir que sentir, aparentar que ser. Quizás
deba rendirme. Dudo. Optaré por quedarme en el rincón favorito de mi mente,
donde todo momento está ocupado por pensamientos profundos y sonrisas vacías, y
me dejaré llevar por el asfixiante caminar del paso de los días. Y todo se
volverá más tenue, incluso los sentimientos.